Domingo por la tarde. Llovía con toda la furia. La tarde invitaba a comer unos churros rellenos, o quizá unas medialunas de manteca, como las de la famosa panadería de Mar del Plata.
Pero Malena no quería nada de eso. Ella quería comer tostadas con dulce de leche, el de la tapa verde. A sus 17 años se cuidaba de manera inexorable y es por eso que todo era reducido en calorías.
Sus padres no estaban en la casa, habían llevado a su hermanita pequeña a un cumpleaños de un compañerito de salita de 3.
La angustia oral de Malena crecía más y más pero ella no se mojaría los pies, para caminar 3 cuadras hasta el primer supermercado chino. Su ansiedad iba transformándose en bronca y odio hacia sus progenitores, porque la heladera estaba vacía.
Mientras los relámpagos y los rayos azotaban el conurbano, Malena agarró su celular y se puso a leer Instagram, hasta que una publicidad le sugirió esa empresa dedicada al delivery de productos. Vio su oportunidad de saciar sus ganas pagando un poco de más. No lo dudó.
A medida que pasaban los minutos y luego las horas, la impaciencia otra vez era la protagonista. Edwin Torales, era el venezolano encargado de traer ese dulce de leche de tapa verde para la jóven.
Enojada con la situación Malena hizo el reclamo y hasta calificó de forma negativa el servicio de Edwin, quien la llamo a la hora, para explicar lo ocurrido: "- tuve un problema señora, con esta lluvia un auto no me vio y me chocó, me rompió la bicicleta y yo estoy lastimado de una pierna, pero no se preocupe, en 15 minutos estoy ahí".
Efectivamente Edwin Torales llegó al cuarto de hora, arrastrándose con su pierna llena de sangre y la rueda de su bicicleta doblaba a la mitad en su mano derecha. En la mano izquierda traía el dulce de leche de Malena. Tocó el timbre del departamento ubicado en Las Lomitas, bajó Malena luego de hacerlo esperar 10 minutos y ni si quiera le dijo gracias.
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